La guerra comercial no entiende de vacaciones veraniegas. Una nueva escalada de tensión entre Estados Unidos y China provocó el lunes la peor sesión en Wall Street en lo que va de año. Sus principales índices de referencia, como en Dow Jones o el S&P 500 cerraron el día con caídas del 3% mientras que el Nasdaq, el más expuesto al sector tecnológico chino, se anotó una corrección del 3,5%. Aunque los primeros compases de las bolsas americanas este martes apuntan a un rebote, lo cierto es que los inversores no dudan en poner en cuarentena a los activos de riesgo a la mínima llama de la disputa. ¿Qué implicaciones tiene? Las gestoras internacionales responden.
1. Qué ha pasado
La primero a entender es el contexto. Primero llegó el anuncio la semana pasada de que el presidente Trump impondría un 10% de aranceles en productos chinos por valor de 300.000 millones de dólares. China respondió al frenar sus importaciones de bienes de agricultura americanos y dejar que su moneda se debilitase para ganar competitividad. Así, el yuan cayó hasta intercambiarse 7 unidades por un dólar americano. Es un nivel que no se veía desde 2008. Irónicamente, en cuanto China ha dejado fluctuar a su divisa, Estados Unidos les ha acusado formalmente de manipular su moneda.
Jing Ning, gestora del FF China Focus Fund de Fidelity, contesta a dos preguntas clave. ¿Por qué Estados Unidos ha acusado a China de manipular su moneda? En teoría, la legislación estadounidense fija tres criterios específicos para calificar a un país como manipulador de divisas. y China solo reúne uno, que es un superávit comercial superior a los 20.000 millones de dólares. “Parece que Trump tiene potestad para cambiar las reglas”, comenta Ning. ¿Qué puede hacer ahora EE.UU.? Pues no mucho. “Debería tratar de negociar, dado que las conversaciones comerciales entre los dos países se han prolongado durante más de un año”, argumenta la gestora.
Hay quien ve volver los fantasmas del verano de 2015, cuando el yuan se debilitó con fuerza. Como recuerda Keith Wade, economista jefe y responsable de estrategia de Schroders: “Muchos pidieron prestado en moneda externa simplemente para aprovecharse del carry trade”. Pero han pasado cuatro años y el mensaje ahora ha sido más claro. “El shock de 2015 y la mayor volatilidad bidireccional desde entonces, reforzada por los mensajes del Banco Popular de China, ha llevado a que haya menos desajustes en los balances de las empresas”, asegura.
2. Qué puede pasar ahora
Hay muchas ramificaciones a tener en cuenta. Para Nick Wall, co-gestor del fondo Merian Strategic Absolute Return Bond, lo principal es que hace que sea improbable ver un acuerdo comercial pronto. Y segundo, que la mayor fortaleza del dólar seguirá haciendo mella en aquellas economías extranjeras que se hayan financiado en divisa fuerte. Tercero, es deflacionario. “La fortaleza de la moneda de China significa que estaba importando parte de la deflación del resto del mundo”, explica el experto de Merian. Esto sube la presión para que la Reserva Federal actua. “A día de hoy el mercado descuenta un recorte de 60 puntos básicos por parte de la Fed. No creo que ni con eso baste”, sentencia.
El primer impacto directo puede ser mínimo, pero el cúmulo de incertidumbre se hace notar en la confianza corporativa, principalmente en la manufacturación. El temor de las gestoras es que si se sigue deteriorando el sentimiento el gasto de capital –ya débil de por si- se podría extender a los servicios o al consumo.
En el corto plazo, Paul O’Connor, responsable de multiactivos en Janus Henderson, prevé más estímulos por parte de China para amortiguar a la economía del país. Los bancos centrales también entrarán a hacer de colchón. Son medidas necesarias en un contexto en el que los inversores comienzan a plantearse el impacto a nivel global, por ejemplo en el sector del automóvil o en la relación entre Estados Unidos y Europa.
En resumen, que las gestoras se preparan para una larga travesía por el desierto de la incertidumbre. Esty Dwek, responsable de estrategia global de mercado de Dynamic Solutions, una división deNatixis IM, no ve una tregua hasta finales de este año o comienzos de 2020 y porque Trump se adentra entonces en temporada electoral. “Ve pocos incentivos para que Trump deje de ser duro contra China. Es más, parece estar contando con que la Fed mitigará los riesgos económicos con mayores recortes de tipos, añadiendo más margen de actuación para su disputa comercial”, afirma. Wade coincide en ese pesimismo: “El problema ahora es que ambas partes podrían situarse en una posición en la que sería imposible retroceder sin perder fuerza”.
3. Qué implica para los mercados y las carteras
El consenso de las gestoras se debate entre lo oportunistas que se puede estar con los activos de riesgo como la renta variable. Pero donde el grueso encuentra un punto en común es en la guerra de divisas que se avecina. Por eso expertos como Stephen Li Jen, CEO de Eurizon SLJ Capital, resalta las monedas de países emergentes como los grandes perdedores. Argumenta que la Fed ha pasado a un segundo plano y que ahora es la divisa china (el renminbi) la que ejerce mayor influencia en ellas. “Aunque la debilidad del yuan puede ser temporal y modesta, la reacción en las divisas emergentes puede ser desproporcionadamente violenta”, vaticina.
Sebastien Galy, responsable senior de estrategia macroeconómica de Nordea AM, coincide en que ya hemos visto la mayor parte de la depreciación en el yuan. De lo contrario China se expone a crear una crisis de crédito en su propia casa. Al fin y al cabo, muchas empresas chinas se han financiado en dólares ante la previsión de que la moneda americana se debilitado. Además, Galy no cree que el banco central de China tenga las reservas de moneda extranjera necesaria. La pregunta es cuánto dolor pueden tolerar. “Dependerá del ala del partido comunista que tenga ahora más fuerza”, resume.
La cara buena de una guerra de divisas es que hay otras monedas que se pueden beneficiar. En opinión de George Efstathopoulos, cogestor del FF Global Multi Asset Income Fund de Fidelity, hay que mirar a los refugios clásicos –el yen y el oro-, pero también hacia el euro, lo que pondría fin a 18 meses de descensos frente al billete verde.
Fuente: es.fundspeople.com