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La revolución líquida

Enormes guateros que viajan por el océano transportando ¿agua? Tal cual. Detrás del drama de la sequía, de los megaproyectos mineros y del calentamiento global, hierve una idea que busca ser la solución para la cada vez peor escasez de agua que se vive en el norte del país y en los lugares más áridos del mundo. Waters of Patagonia es la empresa detrás de este loco proyecto que el MOP ya baraja como una opción viable para enfrentar la crisis del agua.

Pocos lo saben, pero desde hace algún tiempo los jeques de Emiratos Árabes están cada vez más interesados en Chile. Han hablado con inversionistas y han tenido más de una reunión para mostrar su especial apetito por los recursos naturales chilenos. Hasta ahí nada muy sorprendente, salvo porque su avidez no tiene que ver con el cobre, ni con los salmones, ni la fruta, ni los vinos. A ellos les interesa el agua.

En minutos en que la humanidad entera se pregunta cómo el mundo seguirá abasteciéndose de agua en los próximos años, Chile tiene una posición privilegiada para mirar ese futuro con optimismo. Era que no, si el país cuenta con la mayor reserva de agua dulce del mundo después de la Antártica y Groenlandia: Campos de Hielo Sur. Y hacia allá apuntan los ojos de muchos.

No es ciencia ficción. Los cada vez más abundantes deshielos de los glaciares patagónicos están liberando una cantidad descomunal de agua pura y cristalina que inevitablemente termina perdiéndose en el mar y mezclándose con agua salada. Un panorama que contrasta, por ejemplo, con la cada vez más crítica situación que se vive en el norte del país, donde todo parece indicar que la situación de escasez seguirá empeorando.

Acumular el agua que se pierde en el mar austral y transportarla por el océano está cada vez más cerca de ser realidad de lo que muchos imaginan. De hecho, el gobierno ya se está abriendo al tema. “Es una opción a analizar para paliar la escasez hídrica en el corto plazo y es posible recurrir a ella en caso de emergencia. El problema es que su costo de implementación es elevado. Por lo tanto, para tomar una decisión nuestros equipos del ministerio de Obras Públicas deben evaluar esta opción en todos sus aspectos: técnicos, económicos, logísticos y principalmente, sus beneficios sociales”, afirma el ministro del sector, Laurence Golborne.

Y no se trata de una idea más, sino que de una alternativa que ya está calando hondo a nivel global. Economistas e inversionistas de diferentes partes del mundo visualizan que, en no muchos años, el agua comenzará a transarse en los principales mercados y se transformará en uno de los commodities más preciados a nivel mundial. Más que el petróleo o el oro.

Un reciente informe de estrategia global del Citigroup Global Markets, denominado Thirsty Cities entrega algunas pistas de cómo viene el panorama del agua en el mundo. En el documento, el economista jefe de Citi, William Buiter, concluye en que, en una perspectiva de largo, plazo las inversiones y la expansión en el mercado del agua serán enormes. Esto incluirá la producción de agua fresca y limpia a partir de la desalinización y la purificación, pero también del almacenamiento y del transporte. “Espero ver redes de tuberías que excederán la capacidad que actualmente tienen las de gas y petróleo (…) y flotas de tanques cisternas con instalaciones de almacenamiento que superarán los que tienen el petróleo, el gas natural y el GNL”, dice el economista.

Pero no sólo eso. Buiter –además– proyecta que en 25 a 30 años existirá un mercado global integrado del agua. “Una vez que los mercados spot estén integrados, los futuros y otros derivados basados en instrumentos financieros de agua –opciones y swaps– podrán transarse en bolsa. Habrá diferentes grados y tipos de agua, tal como hoy existen diferentes tipos de petróleo”.

La cosa es que, al parecer, no habrá que esperar 25 o 30 años. La revolución del agua ya está empezando a ocurrir… y en Chile.

Desde hace algunos años, Waters of Patagonia (WP), una empresa fundada por los hermanos Ian y Allen Szydlowski, empezó a explorar este húmedo territorio. Hoy cuenta con concesiones de agua que exceden los 8.000 litros por segundo en un lugar estratégico de Aysén, donde los deshielos glaciares están dejando libre una cantidad enorme de agua. Y se apresta para, en unos meses, empezar a revolucionar la manera como hasta hoy se entiende este recurso: transportarán millones de litros directamente desde el sur al norte del país, experiencia a partir de la cual piensa expandirse hacia Medio Oriente, Australia y el mercado financiero global.


Copiapó, primera escala
En Copiapó el agua potable que llega por las cañerías se corta ocasionalmente, no tiene buen sabor y cuesta 1,5 veces lo que una persona paga en la Región Metropolitana. Por eso es que muchos prefieren hacer un esfuerzo y desembolsar varios pesos más para comprar agua filtrada y embotellada. Se calcula que cada hogar consume hasta 160 litros de agua en botellas cada mes.

La situación es aún más compleja si se considera que los derechos de agua existentes en la zona sobrepasan con creces los recursos naturales disponibles, lo que ha impulsado los precios de estos derechos en varios miles de dólares.

Además, debido al boom minero, se calcula que la población en esa ciudad se duplicará hacia fines de esta década, sin que se sepa de dónde saldrá el agua que se requiere para soportar ese crecimiento. Los acuíferos se están secando y el fenómeno de La Niña, no da signos de retirada.

Waters of Patagonia identificó el problema hace algunos años. Por eso, desde 2010 viene trabajando la idea de llevar agua desde el sur hasta esa zona del país. Juan Carlos Szydlowski, padre de Ian y Allen y quien oficia de asesor del proyecto de Waters of Patagonia, se ha reunido en dos oportunidades con la intendenta de Atacama, Ximena Matas, para darle a conocer su solución. “Si el proyecto fuera factible, pensamos que sería una muy buena ayuda para solucionar parte del problema, un buen paliativo”, explica Matas.

La empresa también ha hablado con el ministerio de Obras Públicas y con la dirección general de Aguas. ¿Su objetivo? Hacer una propuesta concreta al gobierno para comenzar a proveer de agua fresca y pura de manera casi inmediata a una región que la necesita con urgencia.

Para Matías Desmadryl, director general de la DGA, es clave “explorar todas las alternativas para aprovechar los recursos hídricos que en Aysén están en abundancia”. Desde 2005, Waters of Patagonia ha ido solicitando derechos de agua, en esa zona a la DGA y hoy suma más de 8.000 litros por segundo. Según Desmadryl, el desafío es poder almacenar esa agua y transportarla en guateros gigantes. “Este es un proyecto innovador a nivel mundial, pero al final del día dependerá de qué mercado quiera atender el plan y cuál será el precio final por metro cúbico, porque el sistema sanitario privilegia el menor costo”, explica la autoridad.


Sed minera
Pero los habitantes de Atacama no son los únicos interesados. Las mineras del norte también miran con sed. Las cuantiosas inversiones anunciadas por esta industria en la zona, que suman cerca de 80 mil millones de dólares en los próximos seis años, no son viables sin agua.

Hasta ahora, la única solución para esos proyectos es la desalación. Actualmente existen cuatro plantas de este tipo en el país y hay más de 10 iniciativas en carpeta. Pero invertir en este tipo de proyectos no es barato ni tampoco rápido. Una iniciativa de esta envergadura puede tardar hasta tres años entre su concepción y su puesta en marcha. Y los cálculos apuntan a que una planta puede llegar a costar hasta 180 millones de dólares para producir unos 200 litros por segundo, como es el caso de la que construye actualmente CAP junto a Mitsubishi, en Atacama.

Aunque las tecnologías van avanzando y disminuyendo costos, el uso intensivo de energía complejiza aún más la operación.

El tema central son los costos: un metro cúbico de agua desalada tiene un costo de entre 1,2 y 1,4 dólares en la planta. Pero trasladar esa agua desde el nivel del mar hasta los yacimientos puede encarecer su precio hasta llegar a los 4 dólares el metro cúbico.

Por eso, según explican los Szydlowski, la alternativa de Waters of Patagonia debe ser tomada en serio. Sobre todo, porque permitiría abastecer a estos proyectos en el corto plazo.

De hecho, ya hicieron su primer envío a la región de Atacama. Durante la Feria de la Minería, Fimat, realizada en noviembre pasado en la ciudad de Copiapó, la compañía participó con un stand y trajo desde sus tierras en Aysén un container con 24 mil litros de agua el que repartieron entre los asistentes al evento. Fue en esa oportunidad que varias mineras se acercaron a conocer más sobre el proyecto.

Para el subsecretario de Minería, Pablo Wagner, la solución de Waters of Patagonia es posible y viable. “Lo importante es que el costo del metro cúbico sea inferior al de una planta de desalinización, que permita un abastecimiento de agua permanente y que sea logísticamente posible, de manera que el flujo resulte seguro y constante”, explica.

Para Wagner, es importante que las mineras exploren esta iniciativa. “La idea es que lo analicen e implementen un programa de prueba, con mediciones precisas y situaciones de estrés, para comprobar si el sistema puede adaptarse a sus requerimientos. Y ese proceso debe ser financiado por las propias mineras o con riesgo compartido, de manera que puedan analizar opciones reales. Sin ese periodo de prueba es imposible saber”, advierte.

En una segunda etapa, el agua se transportaría en tanqueros, los mismos barcos que se utilizan para trasladar petróleo y gas natural licuado y que permitirían llevar hasta 250.000 metros cúbicos por embarque.

Hugo Novoa, encargado de logística del proyecto de Waters of Patagonia y quien trabajó varios años en Sudamericana de Vapores, explica que hoy hay una oportunidad única: la industria marítima está ad portas de una nueva norma que obligará a los petroleros a tener doble casco para evitar derrames. “En el caso del agua no existe el riesgo de derrame. Por eso, cuando los petroleros de casco simple queden obsoletos, se podrán comprar a precios bajos”, explica.

Sin embargo, para que la iniciativa de Waters of Patagonia sea realmente competitiva frente a las demás alternativas que se evalúan –desaladoras y la tubería conocida como carretera del agua, que se calcula demandaría 7.000 millones de dólares– se planea recurrir a lo que ellos han denominado como VLB (Very Large Bags). Se trata de unos “guateros” gigantes o zeppelines sumergibles que serían arrastrados en el océano por remolcadores y que, según los cálculos preliminares de Waters of Patagonia, estarían operativos en 24 a 36 meses, con una capacidad que podría superar los 425 mil metros cúbicos por VLB. Las estimaciones de la empresa es que con esta solución ya andando se podría llegar a un costo en torno al dólar por metro cúbico.

La compañía también propone otra solución: acordar un enroque o swap de agua con la sanitaria que opera en la zona: Aguas Chañar. La idea sería que esta última ceda su agua a las mineras y que la población pueda abastecerse de las que transportaría Waters of Patagonia, de mejor calidad para consumo humano. Esta fórmula permitiría ahorrar los costos de bombear el agua hasta los yacimientos mineros cercanos a cordillera.


Interés árabe
Pero el horizonte del proyecto va más allá de Chile. Waters of Patagonia opera como filial de World Fresh Waters, una compañía con sede en Singapur, que los Szydlowski fundaron con la visión de llevar este proyecto a nivel global.

De hecho, la empresa está solicitando derechos de aguas en otros lugares estratégicos del mundo. Su plan es que el mercado del transporte del agua se transforme en algo tan normal la exportación de fruta. “La idea es tratar de solucionar el problema hídrico a nivel mundial. Suena loco, descabellado, pero estábamos acostumbrados a la abundancia de agua. En Chile el agua nieve funciona como el gran embalse para nosotros, pero va a empezar a disminuir”, explica Pablo Carrasco, gerente general de Waters of Patagonia.

Uno de los mercados al que miran con interés y con el cual ya llevan algo avanzado es Medio Oriente. En esa zona, el agua es un bien más que preciado y, hasta ahora, la única solución que han encontrado es la desalinización. En el Golfo Pérsico hay actualmente ocho plantas desaladoras. Pero los fondos soberanos y las grandes fortunas de esos países ya están estudiando otras opciones.

Juan Carlos Szydlowski se ha reunido en varias oportunidades con jeques de los Emiratos Árabes Unidos para ver la posibilidad de hacer algunos envíos a las costas del golfo. Y de hecho, el año pasado una comitiva de Medio Oriente viajó a Chile a evaluar inversiones.


Un nuevo instrumento financiero
Pero no sólo en el mundo de lo físico se está moviendo Waters of Patagonia. Su apuesta es aún más ambiciosa, ya que abarca la dimensión financiera. ¿Cómo? A través de certificados de riesgo de agua, un instrumento que importantes compañías, cuyos procesos productivos dependen en gran medida de este elemento, ya están empezando a evaluar.

De hecho, en 2010, por requerimiento de los dos fondos de pensiones más grandes de Estados Unidos, CalPERS y CalSTRS, la Securities and Exchange Commission (SEC) publicó un manual para que las compañías mejoren la manera en que entregan información de sus riesgos ambientales, entre ellos, el agua.

Para avanzar en esta iniciativa, Waters of Patagonia se asoció con Waterfund, una compañía con base en Panamá que trabaja desde hace un año en una plataforma para establecer un benchmark de precios en el mercado del agua que permita a las compañías cuantificar ese riesgo.

Para Scott Rickards, gerente general de Waterfund, el gran problema que hoy enfrentan las empresas es que no existe información fidedigna del precio del agua y “sin información no hay inversión”, señala.

El ejecutivo adelanta que en los próximos seis meses Waterfund lanzará un índice en el cual estarán reflejados los costos relacionados con el agua, desde la infraestructura, los tratamientos hasta el transporte y la distribución, y que estará disponible a través de Bloomberg.

Con esa información, la segunda etapa es desarrollar instrumentos financieros que permitan a las empresas tener cubierto el riesgo de quedarse sin el vital elemento. Estos “seguros” o certificados estarán respaldados por las concesiones de aguas que posee Waters of Patagonia.

Fuente: Capital

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