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Especial: LEGAL 1era. parte


Conozca los mejores abogados y estudios escogidos por empresas IPSA; el derecho a reinventarse; la entrevista a Lucas Sierra; quiénes son los fiscales al pie del cañón y otros temas ligados al mundo legal.

LOS MEJORES ABOGADOS Y ESTUDIOS SEGÚN LAS EMPRESAS IPSA

¿Quiénes son los abogados más destacados del mercado?

Los más votados:



1.- Cristóbal Eyzaguirre Baeza











2.- Jorge Carey Tagle











3.- José María Eyzaguirre










    4.- Pedro Pablo Gutiérrez











     5.- Guillermo Morales Errázuriz











6.- Salvador Valdés Correa







¿Cuáles son, a su juicio, los mejores estudios de abogados?

Los más votados:

1. Carey y Cía
2. Claro y Cía.
3. Philippi, Yrarrázaval, Pulido & Brunner
4. Cariola Diez, Pérez-Cotapos & Cía.
5. Barros y Errázuriz


¿Cuál es el abogado revelación del año?

Los más votados:

1. Bernardo Simián Soza
2. Cristóbal Eyzaguirre Baeza
2. Julián López Masle




NEO ABOGADOS

La hiper especialización en los estudios arrecia. De hecho, cualquiera de los big five hoy ofrece a sus clientes asesoría en más de 30 áreas, que van desde los clásicos impuestos y M&A hasta los onderos entretenimiento y derecho deportivo, no sin antes pasar por los temas del momento: libre competencia, medioambiente y compliance. Las oficinas medianas también galopan y se especializan. En su caso, la condición de boutique tiene que ver con el tamaño y no con temas, ya que los que cubren sólo crecen. La consigna es una: acompañar al cliente hasta el final.

Nuevos aires. Más frescos y también más arremolinados, empiezan a colarse por las ventanas y puertas de los principales estudios de abogados del país. En lo exterior, sus nombres se modernizan, se acortan. Por ejemplo, Philippi Yrarrázaval Pulido & Brunner Abogados es ahora Philippi, así, a secas. Los colores corporativos también cambian. A los clásicos grises y azules se suman amarillos, calipsos y verdes, como en el caso de Prieto y Cía. Incluso los sitios web se asimilan a los de una agencia de publicidad. Unas grandes comillas negras junto a FerradaNehme /collaborativethinking (tal cual, sin espacios) es la bienvenida online de este estudio. Los trajes y corbatas ya no son el uniforme diario y los socios de Chirgwin Recart se la juegan por salir en todas las fotos oficiales con un look más suelto.

Eso por fuera, porque al interior de sus oficinas los cambios se dan con el pie puesto en el acelerador. Mercados globales. Clientes sofisticados, industrias nuevas, regulaciones chilenas y mundiales que se adaptan, consumidores altamente conscientes son las razones que muchos de ellos entregan para explicar por qué hoy son cada día más las áreas de práctica que los estudios se ven obligados a abarcar.


Compliance sin complicarse

Ejemplo evidente de este fenómeno que cruza la actividad es compliance. Con la música del caso La Polar de fondo, un innovador grupo de oficinas apuesta a que es el minuto para que las empresas le den peso a la Ley de Responsabilidad Penal de Personas Jurídicas. Aprobada hace dos años como uno de los requisitos para que Chile se incorporase a la OCDE, son pocas las firmas que le han asignado real importancia… Hasta que La Polar fue acusada de lavado de activos y la palabra cárcel asomó.

La ley establece que las compañías son responsables de los actos que cometan sus accionistas, directivos o empleados en tres delitos: financiamiento del terrorismo, cohecho y el ya mencionado lavado de activos. Las sanciones, que no son menores, pueden terminar con el cierre de la firma. Sólo una cosa podría salvarla de este mal rato y que La Polar –es claro– no hizo: demostrar que existe un plan interno para evitar estos eventos.

Originalmente fueron las empresas auditoras las que asumieron este desafío. Ante su hoy dañada credibilidad, los estudios de abogados vieron un buen espacio para ampliar horizontes y seguir acompañando a sus clientes. Al punto que Albagli Zaliasnik, por ejemplo, cuya trayectoria se ha centrado en tres ramas claras –derecho corporativo, litigios y propiedad industrial– está destinando recursos a levantar un área completamente nueva, con nombre propio –AZ Compliance–, logo propio y vuelo propio. “Al cliente hay que cuidarlo, atenderlo y retenerlo”, sentencia el propio Albagli al explicar que esta área obedece a todos los cambios que se están viniendo en temas de regulación y fiscalización.

La misma senda ya están pavimentando otros estudios. Bofill, Mir & Álvarez Jana, asociados con la clasificadora de riesgo Humphreys, lanzó BH Compliance con la promesa de que “certificamos la integridad corporativa”. En la calle Nueva York, el estudio Balmaceda, Cox y Piña, también con un fuerte sello litigante, ya ha asesorado a 30 empresas en el desarrollo de sus modelos de prevención de delitos, conocidos como MDP. En el barrio El Golf, Chirgwin Recart, una naciente oficina de 15 abogados de planta, no sólo ofrece el mencionado servicio de apoyo a las empresas blindándolas ante posibles fraudes, sino que también le está apostando fichas al área de los impuestos, donde auguran viene un cambio profundo con la llegada de los tribunales tributarios.


Grandes y variadas

Y si todo este movimiento lo vemos en estudios medianos y de corte boutique, ni hablar de la adrenalina que corre por los pasillos de las cinco principales firmas del país. Ninguna de ellas ha asumido aún el compliance como un área destacada dentro de sus servicios, como sí lo están haciendo las firmas con estructuras más flexibles, pero sus áreas de práctica se extienden a asuntos cada vez más nuevos y numerosos.

Hoteles, Resort & Casinos es destacado por Cariola Diez y Pérez-Cotapos además de su ya estrenado Chinese Desk en alianza con Dacheng Law Offices. Hay derecho farmacéutico en Carey y Entretenimiento y Derecho Deportivo en Claro & Cía. Derecho Indígena es un tema en Barros & Errázuriz y Philippi, bajo el paraguas del mundo inmobiliario, destaca su expertise en hoteles, resorts, proyectos residenciales y turísticos y centros comerciales. Por cierto que no hay ninguno que declare no tener manejo de los temas medioambientales.

Es la era de la hiper especialización. Aquí ya no cabe ese abogado de familia que –como el médico de cabecera– opinaba de todo. Seguirá existiendo este nicho en temas más personales, societarios tal vez, pero a la hora de enfrentarse con una empresa lo que hoy se requiere son muchos servicios y manejados en profundidad. “Lo primero que está ocurriendo es que los estudios de abogados tienen que ir de la mano de sus clientes, y si estos evolucionan nosotros también. El derecho tributario, por ejemplo, ha sido por años una especialidad importante. Pero hoy el nivel de desarrollo y profundidad de esta área es tremendo. O lo que pasó con la industria del salmón: hace 20 años no existía pero hoy es impensable no tener gente dedicada y que conozca en detalle las leyes y el derecho de pesca”, explica José Luis Letelier, socio principal de Cariola Diez Pérez-Cotapos.

Y añade: “en forma natural te metes en un área, pones los recursos necesarios para dar un buen servicio, traes gente para que se dedique a ella y vas armando una especialidad, les vas dando cursos, post grados, etc. Por un lado hay una decisión estratégica del estudio de dar un servicio integral y por otro, tampoco quieres perder al cliente”.

Desde una vereda distinta, el socio de un estudio de corte litigante y más pequeño, Juan Ignacio Correa, de Correa Gubbins, destaca esta tendencia a la hiper especialización poniendo el acento en que mucho tiene de emular lo que ocurre en países más desarrollados. A su juicio, hay varias de estas “nuevas especialidades” que no tienen mucho sentido económico para los estudios, puesto que el volumen de clientes y de negocios que se presentan cada año es bajo. En donde no ocurre esto, comenta, es en prácticas ligadas a los temas ambientales y tributarios. “Aquí claramente hay un volumen de clientes que lo sustenta y se necesita gente muy especializada”.

En todo caso, agrega Correa, la práctica va dando esa experiencia. En su caso, donde el litigio está en el ADN de la oficina, si llega un cliente con un tema ligado a la agricultura o a la energía, por ejemplo, se meterán de lleno a atender ese mercado. “El trabajo se hará con tanta profundidad que de ahí en más ya tendremos terreno avanzado y podremos ir tomando nuevos casos en esa industria”.

Juan Cristóbal Recart, de Chirgwin Recart, da la mirada boutique al asunto. “Los negocios se han complejizado y por más que tu seas boutique, el estudio debe modernizarse y especializarse, pues que lo que sigue primando siempre es la confianza que se le da al cliente. Es la demanda de ellos la que nos ha llevado a anticiparnos, como lo que ocurre con la responsabilidad penal de la empresa, que recién ahora está empezando a cobrar relevancia”.

Alessandri es, entre los estudios de mayor tradición y tamaño, un caso destacable de los nuevos tiempos. Con 50 años de trayectoria en el tema marcas y propiedad industrial, fue catalogada siempre como una de las cinco top en este nicho. Hoy, sin embargo, esa es un área más dentro de toda su “oferta de productos”, la que, como su competencia, va desde Derecho civil y comercial hasta recursos naturales, medioambiente y libre competencia, pasando por banca, laboral, tributario y M&A. De hecho, son dos las divisiones a las que Alessandri, en alianza con la consultora Hedge, apuesta con logo y nombre propios: Consulting y Ambiental. Mientras la primera se enfoca a necesidades legales de pequeñas y medianas empresas, y la segunda apoya en la emisión y generación de bonos de carbono.

Quien también sigue el camino de la especialización es Del Río, Parraguez, Bustillos Figueroa. Con un perfil marcadamente litigante, dos áreas de su práctica destacan por lo diferenciador. Una de ellas es el Derecho de las Comunicaciones, en el que abarcan todo lo que tenga que ver con controversias relacionadas a comercio electrónico, Internet, telecomunicaciones y medios de prensa. La segunda es Derecho Público, en la que intervienen en todo lo que tenga relación con acciones constitucionales.


Dos caras de una moneda

Estamos viendo a los estudios de abogados sumidos en una hiper especialización a dos bandas. La primera de ellas, dicho está, se expresa en este aumento de prestaciones que rompe con la tendencia previa, donde los grandes solían apoyarse en estudios más pequeños y especializados para cubrir lo que no tenían dentro. En cierta forma, lo que originó este giro es que el mundo está tan competitivo que ya nadie quiere dejar un cliente en manos de otro que pueda capturarlo.

La segunda cara de la hiper especialización es la profundidad con que se abarca cada tema. “Los clientes son más complejos, están completamente al día de lo que ocurre en sus mercados y, por lo mismo, requieren del abogado bastante más que un consejo. Ahora lo que se demanda es una opinión completa”, destaca José Luis Letelier.

Y si existe un área donde este fenómeno ocurre de manera categórica es en la propiedad industrial. Atrás quedaron los tiempos en que todo se reducía a inscribir una marca, registrar un invento y ponerse a vigilar. Ahora es muy diferente. ¿Un ejemplo? Antes, un famoso fotografiado en un lugar público aceptaba que la persona que tomó la fotografía se sintiera dueña de la misma y con derecho a subirla a Facebook o venderla. Hoy ya no. Ese mismo famoso ahora no duda que puede acudir a un reconocido estudio para reclamar derecho de propiedad sobre su imagen, de su estampa, e impedir que sea usada sin su consentimiento (o sin remuneración o compensación). Un ejemplo que, además, permite dimensionar cómo las nuevas tecnologías empiezan a modificar los conceptos clásicos de propiedad y a colarse en el ejercicio de la profesión.

“Años atrás todos los temas que llegaban a una oficina dedicada a la propiedad industrial podían ser vistos por cualquier abogado presente. Hoy, en cambio, se requiere de especialistas para cada subtema”, comenta Juan Pablo Egaña, socio de Sargent & Krahn. A tal punto, confidencia, que en más de una ocasión ha tenido que tomar palco respecto de los temas que lideran los otros socios de la firma.

Los constantes avances en materia de legislación mundial a la hora de proteger música, libros, software y bases de datos ayudan a sumar complejidad al tema y, por lo mismo, a aumentar la especialización del equipo, resalta Egaña. Y luego viene, para ponerle más pimienta al asunto, la firma de tratados internacionales, cuando Chile se compromete en fechas, plazos y acciones, muchos de los cuales tienen efectos directos en patentes. La industria farmacéutica es una de ellas.

Como muestra, en Sargent & Krahn no sólo hay un equipo de 15 abogados, sino que también son parte del staff químicos e ingenieros. A ellos se suman alrededor de 100 personas abocadas a la vigilancia del uso de marcas y patentes. Incluso –pese a ser un brazo de Cariola– Sargent cuenta con sus propios litigantes especializados en propiedad intelectual. Y más. Competencia desleal, que es un área macro dentro de los estudios (Cariola incluido), Sargent también lo ve internamente desde su prisma.


Boutiques sin techo

Mirada desde fuera, uno podría creer que tanta sofisticación sólo es posible en los estudios mayores, donde la infraestructura y el staff permiten atender gran número de clientes y también abordar decenas de temas. Pero no hay que engañarse. Los estudios boutique, que en un minuto se la jugaron por abocarse a nichos especializados, están rotando la mirada.

Juan Cristóbal Recart cuenta que hace dos años, cuando partieron, eran cuatro abogados focalizados en Derecho corporativo y tributario. Hoy son 15 y ya han sumado áreas nuevas como energía, derechos de agua o minería, aunque dice que la meta no es llegar más allá de 25 abogados. “Creemos que hay una cierta “comoditización” en áreas como M&A o fusiones. Hay dónde ir y los precios son más bien estándar en estos servicios. Pero en litigación no. Es ahí donde somos boutique. Además, el costo de perder un juicio es muy alto, ya que corres el riesgo de perder al cliente completo, con toda su área corporativa”.

Ferrada Nehme, un estudio mediano y que ha marcado tendencia en los temas de competencia, es otro de los que han ido abriendo con fuerza su abanico de opciones, como también el nivel de profundidad. Regulación económica, una de sus macroáreas, por ejemplo, abarca televisión (pública, cable y digital); telefonía móvil, fija y banda ancha; gas natural, gas licuado, petróleo y así de detallado en industrias como la eléctrica, la farmacéutica, la financiera, concesiones, etc.

Cuento aparte es lo que comienza a ocurrir en todos los estudios, grandes, medianos y pequeños, cuando la hiper especialización llega. Ya no sólo son abogados y ya el estudio no se puede gestionar como antes. La gestión debe hacerse con criterios de empresa.

Sobre este punto, Recart reconoce que es difícil dar con buenos profesionales y Rodrigo Albagli cuenta que han hecho todo un aprendizaje, en el cual han ido desarrollando sistemas de beneficios para sus trabajadores, planes de capacitación e, incluso, un programa de desarrollo de carrera a sus asociados, a fin de que se proyecten dentro de la oficina y no busquen nuevos horizontes fuera. “Hay una decisión política sobre qué tipo de empresa se quiere ser, pero también del modelo de negocio a seguir; y eso complejiza el crecimiento. Hay una responsabilidad al decidir cómo se invertirán los recursos al interior, y el modelo renacentista no es fácil de llevar. Son decisiones que no se pueden tomar de manera liviana”, resalta José Luis Letelier, de Cariola.



El foro se ha ido a la calle

Nadie mejor que el abogado Lucas Sierra, coordinador académico del Centro de Estudios Públicos, para revisar algunos de los desafíos que enfrenta el debate legislativo. Si el alma de la democracia es el lugar donde se hacen las leyes, hay razones para estar preocupado.

Lucas Sierra no usa twitter. El coordinador académico del Centro de Estudios Públicos –reemplazó en el cargo a Harald Beyer, cuando éste asumió como ministro de Educación- piensa que “las redes sociales son un fenómeno muy interesante, pero también sufren el efecto manada, el problema de las asambleas: si alguien sale corriendo, todos van para el mismo lado. Hay poca racionalidad”, comenta.

Sin embargo, este abogado de la Universidad de Chile provocó un pequeño remezón en la red cuando una columna suya en El Mercurio comenzó a ser tuiteada una y otra vez. Bajo el título de Claroscuro prohibicionista, su artículo criticaba el ánimo contrario a las libertades individuales que se advertía en ciertas normas como la ley de tolerancia cero contra el alcohol, el posnatal con pocas posibilidades de elección para las mujeres o las cada vez más rígidas medidas anti fumadores.

Tipos que probablemente nunca habían leído a Sierra comenzaron a aplaudir su columna. Al abogado le incomoda un poco esta fama virtual. Aunque publica regularmente en El Mercurio –donde también escribió editoriales la década pasada–, Sierra es ante todo un académico, un estudioso. Detesta la opinología. Además de un doctorado en Cambridge, posee un máster en Derecho en Yale y otro en Sociología en la Católica.

Apasionado de las leyes y un fervoroso liberal, cosas que parecen casi contradictorias con su personalidad racionalista y tranquila, Sierra no tenía muchas ganas de dar esta entrevista. Pero como observa señales preocupantes en el ambiente –sobre todo por el desprestigio de la política– aceptó conversar.

Aunque hay nubes oscuras que amenazan el horizonte de la libertad, Sierra es optimista. El pesimismo es un privilegio que este abogado no se permite. Por lo mismo se declara sumamente entusiasmado con el futuro de la profesión: “en 1940, había 55 abogados por cien mil habitantes. En 2005 había 140 por 100 mil. Estamos lejos de países desarrollados, donde la cifra puede llegar al doble, pero la abogacía se ha masificado como nunca en su historia y se enfrenta a nuevos desafíos. No deja de ser importante que ahora haya un nuevo código de ética del Colegio de Abogados, que vino a reemplazar el que había en 1949. A pesar de que sus principios eran bastante permanentes, empezó a separarse de las prácticas de la profesión. Y por eso era necesario el cambio. Antes había 5 escuelas, hoy más de 40. El ejercicio ha cambiado hacia formas más asociativas que individuales, hay otras formas de tratar con los clientes, los conflictos de interés se vuelven más frecuentes y las relaciones con la publicidad y los medios se han modificado… El código se actualiza a estas realidades”.

-¿Piensas que hay señales autoritarias, regresivas, en el debate público?
-Las libertades individuales nacen con la modernidad y hay etapas en que parecen tener más vigencia política y cultural, y hay otras en que parecen tener menos... La dictadura es una etapa curiosa, porque hay un proceso en que las libertades individuales son muy sofocadas, pero se empieza a generar una estructura de sociedad que florece después del 90, en la que hay un cierto valor de la libertad individual. A mí me llama la atención que ahora, cuando tenemos una democracia asentada y se ha producido alternancia en el poder, aparezcan estas señales de un prohibicionismo puritano. Por supuesto que las estructuras de la democracia necesitan mejoras; pero en general no hay peligro de regresiones autoritarias. Sorprende ver que se dictan leyes que son, desde el punto de la regulación de la conducta humana, muy toscas, muy torpes. La ley de prohibición del alcohol es un ejemplo y a la larga lo que demuestra es flojera de los legisladores, que se dejan llevar por el mito que sostiene que la mera prohibición soluciona el problema, sin hacerse cargo de los matices.

-Pero la ley antigua parecía no ser efectiva.
-Lo que faltaba en la ley antigua era un problema de fiscalización. Si se hubiese hecho una fiscalización inteligente, donde correspondía, detectando los puntos en que las personas se subían a los autos con dos botellas de pisco en el cuerpo, no hubiésemos legislado con esta especie de puritanismo paternalista y poco sofisticado. Es un mito pensar que las personas no van a tomar más. Cuando se exacerba mucho la prohibición lo que se genera es una reacción ilegal. Cuando se sube mucho el costo de la legalidad, lo que se hace es dar incentivos a la ilegalidad, en todo orden de cosas.


Dinero y política

-Otro tema que has abordado, y que tiene relación con la buena salud del sistema democrático, es la legislación sobre las donaciones a campañas políticas.
-En Chile esa relación se formalizó el año 2003, y eso ha permitido tener un sistema no oscuro, como era antes. Toda la vida se financiaron las campañas en Chile por debajo de la mesa, y ahora se financian por arriba de la mesa. Eso es un avance. Hay tres mecanismos para hacerlo: donaciones privadas, que son de montos chicos; donaciones públicas y donaciones reservadas, que es el monto intermedio. Esta última tiene un mecanismo bien interesante, que tiene que ver con la autonomía individual, porque opera bajo la misma lógica del voto: si el voto fuera público tendríamos condiciones mucho mayores para que exista cohecho o corrupción.

-¿Cómo se protege el secreto?
-Funciona con la misma lógica del voto. El que sabe todo es el votante o el que aporta dinero a un candidato. El público no sabe, tampoco el beneficiario, y eso se logra mediante un mecanismo matemático, que te va entregando la plata de una manera desordenada. Que el que reciba no sepa de quién viene. Y aunque alguien le diga yo te voy a donar, no hay manera de comprobar eso, por una serie de mecanismos que maneja el Servicio Electoral.

-¿En qué podría afectar que se sepa?
-El peligro de eso, de la certeza del hecho de la donación, como de la certeza del hecho del voto, es que sobre esa certeza tú puedes construir un tráfico indebido de influencias. Porque si yo sé que tú me donaste, si la corrupción viene del lado del candidato, yo te puedo decir: si no me donas te friego después. Eso se llama extorsión. Si la corrupción viene del donante, yo puedo decir: te voy a donar y tú me favoreces después... Por eso es tan importante mantener el mecanismo de reserva.

-¿Qué mejoras son necesarias?
-Hay una tarea pública ahí que es fomentar las donaciones de personas individuales. Hoy día el mecanismo está hecho para personas jurídicas, empresas con fines de lucro; o sea, que tributan en primera categoría. Lo que hay que hacer es un mecanismo de apoyo del Estado, para que muchas personas individuales, naturales, financien la política. Siempre partimos de la base que el que dona es porque quiere corromper, o porque quiere extorsionar o porque quiere obtener un beneficio indebido. Hay que generar un sistema que lo que intente sea fomentar las donaciones que impliquen una genuina manifestación política.

-¿Cómo se logra desde el punto de vista de las personas naturales?
-Por ejemplo mediante un mecanismo que se llama matching funds: si usted da 50 mil pesos, el Estado pone otros 50 mil pesos. Si usted dona 100 mil, el Estado dona 100 mil al candidato. Con un tope, por supuesto.

-¿Por qué debería el Estado apoyar con dinero las donaciones individuales?
-Porque de esa manera las donaciones chicas pasan a ser atractivas para los partidos y candidatos. Entonces, van a salir a buscar donaciones entre el público y eso es bien interesante. Es lo que los gringos llaman grass roots democracy: una democracia donde la gente participa de distintas maneras, desde el suelo. Así construyes la democracia desde las raíces. Mientras más gente done pequeñas cantidades, mejor funciona el sistema.

-¿Y por qué no mejor transparentar a quién se dona?
-La reserva garantiza que tu voluntad política sea genuina. Si todo el mundo sabe a quién dono, no voy a donar de manera libre. Te pongo un caso: alguien puede provenir de un ambiente muy liberal, pero internamente tiene preferencias conservadoras, y desea donarle a un candidato prolife. Si esa persona tuviera que rendir cuentas en la mesa del domingo a sus padres, tal vez no se atrevería o lo donaría a la negra. Si existe un mecanismo reservado, parecido al voto, puedo donar tranquilamente a ese candidato y quedar con la genuina satisfacción de que estoy apoyando a alguien de mi causa.



Sistema empantanado

-A propósito de las reformas políticas, llama la atención que en twitter mucha gente comentaba cuando se conoció el aumento en las asignaciones de los senadores, que poco menos había que eliminar el Senado.
-Ahora se abre la temporada de caza de los políticos y es súper peligroso y tonto. Tenemos una clase política buena, que ha cumplido de alguna manera un ciclo. Obviamente hay que mejorarla, pero tampoco despreciemos lo que tenemos. Probablemente eso fue lo que pasó en los 70: que todo el mundo se confió, en que las libertades individuales y la democracia eran como hechos de la naturaleza y se abusó de ella hasta el final y todo sabemos el reventón que ocurrió. Hay que cuidar las libertades y a la política como institución. Tener buen gobierno, una buena democracia, son bienes imperceptibles. Es como el aire que uno respira, pero cuando falta, uno se ahoga.

-¿Debería el gobierno liderar las reformas en estas materias?
- Para legislar sobre el sistema político no hay que mirar las encuestas. Hay que legislar con convicción, con principios. En Chile claramente hay que hacer mejoras al sistema político, pero hay que partir de la base, que es muy importante, de que tenemos un sistema político razonable, y lo que hay que tratar de tener es un sistema político profesional.

-¿Cómo se profesionaliza la política?
-Con buenos partidos políticos, y también, algo que nosotros en el CEP vamos a proponer, con financiamiento de los partidos desde el estado, además de las donaciones privadas. Los partidos son instituciones raras, son instituciones privadas, y es bueno que guarden distancia del poder, para que puedan criticarlo, y desafiarlo. En una democracia las autoridades siempre deben ser desafiables, igual que los mercados. Siempre puede alguien venir y sacarte de tu cargo, con juego limpio. Los partidos políticos deberían tener financiamiento público bajo ciertas condiciones, no a todo evento. Nosotros proponemos un reforzamiento fiscal de los partidos, de una manera razonable, tampoco comprometiendo el presupuesto de la nación. Sabemos que hay muchas necesidades, pero el valor del buen gobierno no se debe desdeñar.

-¿Es una medicina contra el populismo?
-El principal antídoto contra el populismo es un sistema de partidos profesionales, fuertes, constituidos. En Chile hay una tradición de partidos muy bonita, por lo demás. Se trató de barrer los partidos durante la dictadura, y ahí están. Hay culturas políticas muy enraizadas en Chile y eso es muy, muy valioso.

-Ligado a esto, aparece el problema de la dificultad para cambiar ciertas leyes. Se cae en un inmovilismo...
-Es un tema que a mí me interesa harto: los quórum. Hay que hacer una distinción: lo que me preocupa es el quórum para hacer leyes, no para hacer la Constitución. Que existan quórums altos para la Constitución está bien, porque la Constitución es el pacto de la mayoría con la minoría y allí la minoría tiene que tener un subsidio en la negociación. Las leyes se hacen dentro de un marco general que es la Constitución y donde hay mecanismos institucionales para que la Constitución no sea pasada a llevar y por lo tanto la minoría tampoco. Eso no significa que en cada ley, en la negociación la minoría vuelva a estar subvencionada, y eso es un problema de Chile. Acá existen las leyes orgánicas constitucionales, que es una cosa relativamente nueva: se introdujeron en la Constitución del 80, mediante una copia de otras instituciones; básicamente, la Constitución de la Quinta República francesa.

-¿Se exageró el requisito para cambiar estas leyes orgánicas?
-Claramente. Se exige un quórum de 4/7, que es un quórum supramayoritario, sin mencionar que hay un control obligatorio, abstracto, por el Tribunal Constitucional, que es un órgano contra mayoritario. Está muy bien que sea así, pero eso pasa a ser negativo cuando interviene en la discusión legislativa. Porque si la Constitución obliga a que el TC respecto de cada reforma de ley orgánica, que son supramayoritarias, tenga que pronunciarse de una manera abstracta, lo que está haciendo es dar la posibilidad institucional –ojo, que hablo de posibilidad, no digo que lo sea– de que el TC se transforme en una tercera cámara legislativa, cuando nadie lo ha elegido... Esa es la anomalía democrática de las leyes orgánicas constitucionales en Chile.

-¿Qué es lo que propones?
-Eliminar esa anomalía. Establecer un quórum simple para las leyes comunes y generales, que se da con el 50 por ciento más uno de los legisladores presentes (porque puede que alguien no haya asistido). Y distinguir, para las cosas realmente importantes, un quórum de mayoría absoluta, en el sentido de que sea el 50 más uno de los parlamentarios en ejercicio, con derecho a votar. Hay que pensar que leyes tan importantes como la de presupuesto es una ley de quórum simple. Pero para las reformas a la educación, por ejemplo, se necesita un quórum de 4/7.

-¿Por eso está empantanado el debate?
-Claro: el sistema político ha llegado a un punto muerto. Por varias cosas que se juntan: las leyes de quórum supramayoritario, el binominal, una forma de presidencialismo exacerbada, todo eso se ha traducido en un sistema político poco ágil. Y por eso el foro que debía estar en el Congreso se ha ido a la calle. Este gobierno lo ha exacerbado... pero viene de antes. Se empezaron a visualizar insuficiencias del sistema legislativo, y es allí donde está la democracia. El foro de la democracia es el foro de las leyes, donde participan el gobierno y el Congreso. Lo dice el Código Civil en su artículo primero.

-¿Cuándo se vio esa insuficiencia democrática del sistema?
-Ya durante el gobierno de la presidenta Bachelet. Las cosas más importantes se discutían en comisiones. Y lo que la comisión acordaba partía al sistema legislativo. Pero las comisiones presidenciales estaban fuera del sistema legislativo.

-Hubo una fiebre de comisiones: sueldo ético, DDHH…
-Tal vez el problema viene de los DDHH, porque el sistema legislativo no se hizo cargo... Ante esa insuficiencia se creaban ciertas comisiones paralelas al sistema legislativo, donde se discutían cuestiones que por su carácter son propias de la discusión legislativa. Estas comisiones juntaron a gente muy capaz, compenetrada en la materias que se discutían, pero ¡esa gente tiene que ser convidada a las comisiones legislativas a entregar sus pareceres! Debe ser el sistema legislativo el que procese esto.

-Tú mismo participaste en la comisión Valech.
-No niego el valor de las comisiones, pero me preocupa que se haga una especie de bypass del sistema legislativo. En los tiempos de Bachelet surgieron buenos proyectos como el previsional, juntaron a muy buena gente pero lo que era preocupante era que fuera en paralelo al sistema legislativo. Esa discusión, desde un principio, se debería haber desarrollado en medio del foro legislativo, porque ahí además está sujeta a reglas de transparencia, propias de la deliberación democrática del sistema legislativo. Y este gobierno ha seguido con eso. Yo creo que, vinculado con eso, surge el problema de esta especie de sublevación de la calle, que la calle se haya transformado en el foro, y las así llamadas redes sociales. El punto de inflexión fue el caso de Barrancones. Fue un golpe a la institucionalidad del poder. Ese llamado por teléfono tuvo un efecto tan perverso... Fue muy grave.

-Algunos piensan que la Constitución del 80 tiene un origen poco legítimo.
-Desde el punto de vista teórico, es una constitución que, claro, tiene un pecado original, pero hay que tratar de evitar el purismo en política, que lleva a males muy terribles. ¿Quién no tiene un pecado original? Tengo miedo que nos obsesionemos con una comisión constituyente. Hay que ver lo que pasa en Bolivia, en Ecuador… La idea de un big-bang constitucional, partiendo de cero, no vale la pena. Una comisión constituyente sería lo más disruptivo, anda saber que sale de ahí.

-¿Crees que la ley de antidiscriminación es un avance?
-La ley antidiscriminación es un texto interesante, pero tiene que ser muy bien afinada. La vida es discriminación; uno discrimina todo el día, distingue. Lo importante es saber cuáles son las distinciones que son aceptables en una comunidad política decente, y cuáles son inaceptables. A veces ese punto no es tan claro. Un acto es discriminación arbitraria cuando violenta garantías constitucionales de una persona. Ahí podemos entrar en un terreno difícil porque si yo tengo una empresa privada por ejemplo, y digo esta persona por alguna razón no me gusta y no la contrato…

-¿Esa persona después te puede demandar?
-¿Estoy obligado a contratarla? ¿Estoy obligado a meter en mi espacio privado a una determinada persona? Esa discriminación, que a lo mejor una persona puede hacer, el Estado no. Ese es el test que va a tener que pasar la ley. Tendrá que hacer muchas distinciones. Y el ambiente está poco dado a las distinciones y a los matices. Pero si la ley se hace bien, va a ser un avance hacia un esquema más tolerante. Por otro lado, lo que han dicho algunos sectores conservadores es que el sistema jurídico ya prohibe la discriminación arbitraria. Y esta ley sería más bien como un testimonio. Uno podría preguntarse: ¿las leyes tienen que ser testimoniales o tienen que ser más bien funcionales y estratégicas? Por eso es un tema súper delicado.



Los 10 códigos para entender el mundo de la abogacía

Recibir el título de abogado es una cosa; ser contratado por una de las mejores oficina del país otra y ejercer la profesión lo más difícil de todo. Pero lo que nadie cuenta es que ser abogado también exige moverse en un mundo lleno de leyes no escritas, de protocolos que ninguna universidad enseña, de tradiciones que pasan de boca en boca. Pensando en esos pequeños detalles que hacen la diferencia, aquí esta nuestra Style guide for Chilean young lawyers. 

1. La meca está en barrio El Golf

Tras abandonar en manada el centro de Santiago buscando estar más cerca de sus clientes, los principales abogados del país peregrinan hasta acá diariamente. Toda la competencia –sobre todo en el derecho corporativo – está a tiro de piedra. En las 20 manzanas del cuadrante Isidora Goyenechea/El Golf/Apoquindo/Nueva Tajamar/Av. Andrés Bello se juega todo. Isidora 3477, El Golf 40 y Andrés Bello 2711 son torres en que los ascensores arden, pues congregan a varias de las estrellas del momento. Cariola y Carey, de hecho, los dos peces más grandes de la industria, se miran a los ojos por la ventana. Esto por ahora. Las cosas podrían cambiar en el mediano plazo. El caos vial que amenaza a Sanhattan tiene a varios arrugando la nariz y pensando en una buena salida de escape.

2. No apto para miedosos

En el mundo de los estudios, todo ocurre en las alturas, todos los ventanales son de piso a techo. La vida no es a ras de suelo, es sobre las copas de los árboles, rozando las nubes. El 99% de las oficinas está del piso 10 hacia arriba. Hasta el momento, el que más alto ha llegado es Carey, que con su ejército de más de 100 abogados opera en el nivel 43 del Titanium. Por ahora, el edificio habitado más alto de Chile. ¿Y los que quedan en el centro? Muy parecido: es verdad que los edificios de gran altura no son tantos, pero digamos que los que aún permanecen acá tienen al cerro Santa Lucía ante sus miradas.

3. Machos

No es rugby, no es lucha libre, pero ciertamente el nivel de testosterona cuenta. En Chile las mujeres no llegan a las grandes ligas. Son mayoría en las escuelas de Derecho y tras egresar se lanzan de lleno a buscar trabajo igual que sus pares hombres. Sin embargo, en los estudios su presencia full llega hasta un nivel medio en la pirámide: asociadas. Socias hechas y derechas son minoría absoluta. En Cariola 2 mujeres entre 19 socios, Carey, 3/24; Claro, 1/18; Alessandri, 0/5; Phillipi, 0/15; Barros & Errázuriz, 1/13; Guerrero, 0/15; Morales & Besa, 1/8; Bofill, Mir & Álvarez Jana, 2/11. En las oficinas boutique la inexistencia es abrumadora, a excepción de Correa Gubins y su destacado 2/4. Ahora, que lleguen socias a la punta en nada implica que su apellido se estampe en la puerta de entrada. Eso, simplemente, no existe. Nicole Nehme es la excepción entre las grandes ligas. Para conseguir ser socia principal y grabar su nombre en la muralla armó con su esposo una oficina propia: Ferrada Nehme.

4. Club Golf Los Leones

El KM 0 y el Club El Golf 50, más todos los restaurantes de Isidora, de Alonso de Córdova, de los hoteles Ritz y W son los espacios para el encuentro con los pares, con los colegas de la oficina, con los ex compañeros de universidad o, eventualmente, con los clientes. Pero existe un lugar que es por lejos el rey indiscutido de la actividad social para cualquier abogado de la zona, y ya dijimos que eran muchos: el Club de Golf Los Leones. La chaqueta es obligatoria y el lugar donde sentarse depende del interés que convoque a los comensales. Sólo cabe decir que todo lo que se hable en las mesas que están en la terraza, justo en el sector que va desde la pileta hasta la cancha de golf, es top secret. Y si se trata de tomar un café, la onda emprendedora que reina en los tres Sturbucks de la zona no les es particularmente cómoda. El Café Havanna llena mejor sus gustos. Más bonaerense. Por lo mismo más europeo y sobrio.

5. El golf, la madre de todas las batallas

Hoy los abogados corren maratones, escalan montañas, se dedican a la vela y cada año las oficinas se organizan para jugar un buen campeonato de fútbol. Nada de esto quita que el golf siga siendo el deporte por excelencia. Es probable que en público muchos se muestren políticamente correctos y minimicen su importancia, hablando también del tenis y de la buena lectura. Sin embargo, no hay que confiarse mucho en estos cantos de sirena. En privado no hay nadie capaz de negar que, luego del inglés y un master en Londres, poner el handicap en el curriculum suma puntos. En los congresos internacionales aún se mantiene la tradición de dejar un día para jugarlo. “Keep your eyes on the golf” es la consigna.

6. La percha

El boom del casual Fridays, y que hoy más bien es un casual week, se coló por debajo de sus puertas. Cuando ya era la tónica en las oficinas de sus clientes, a los abogados no les quedó más que sumarse a la corriente. Aclarar, por cierto, que la informalidad no es sinónimo de manga ancha ni, mucho menos, de pantalones de tela color caqui, camisas de coloridos cuadrillés, parkas de plumas sin mangas y poleras Polo. El look informal para un abogado es otra cosa. Una chaqueta siempre y el pantalón que la acompañe nunca serán un jeans o un Dockers. Se puede apostar por tonos más claros, quizás con un diseño menos formal, pero su tela y su corte serán siempre de primer nivel. Camisa de algodón, por cierto, impecable aunque sea una de rayas blancas y rojo italiano. Y si se acepta no tener la corbata puesta, lo imperdonable es no tener una a mano.
La regla de oro aquí es siempre –en el locker del gimnasio, en el cajón del escritorio, en el maletín– llevar una.
Para el look formal también hay reglas no escritas. Pero esas un novato las conoce mejor. No en vano ha pasado sus años de estudio sometiéndose a los rigores de la chaqueta y corbata. El salto que hay que dar ahora es de estilo y calidad. Brooks Brothers, Hugos Boss y Ermenegildo Zegna son buenas marcas para partir. Luego, como muchos, avanzar a los trajes hechos a medida. Sastrería Cubillos, Atilio Andreoli y Ziano Montello con Sergio Arias en las tijeras son los más buscados. Los siguientes pasos son Nueva York, Londres, Washington, Madrid... en fin, las ciudades a las que se empieza a viajar seguido, al comienzo por trabajo y ya luego por placer.

7. Colores y accesorios

Una cosa es que una mañana cualquiera los troncos de los árboles de El Golf aparezcan con coloridos chalecos de lana (lo hizo Benetton años atrás), o que una exposición de chillones caballos de maqueta riegue Isidora Goyenechea; o que los escaños para tomar un respiro hayan sido intervenidos por los artistas más diversos. Que haya color en el barrio no significa que un abogado pueda hacerlo parte de su percha. Aquí la gama de colores para chaquetas, blazers, pantalones y trajes se mueve entre el negro y el azul casi negro. Grises oscuros cuentan, marengo también, azul clásico califica, pero no hay mucha más paleta. A muchos les gustan los trajes de telas oscuras y una pequeña línea color plata cada medio centímetro. En las camisas el celeste se roba las preferencias; no pocos optan por escoger las que tienen cuellos blancos… puede ser. Donde hay permiso para el chasconeo es en las corbatas; pero ojo con entusiasmarse más de la cuenta. Nada de flores en el diseño o escudos pomposos o algún tipo de escocés o de rayas. Van bien el rojo, los amarillos, los verdes, toda la gama de los azules con pequeños detalles, pintitas y nada más. Las colleras siguen siendo parte del ADN de muchos; sobre todo, de los mayores, pero ya no son parte del “uniforme”. Abortarlas no es pecado. Lo mismo con las iniciales del nombre bordadas a la altura del corazón. El reloj, quizás porque cobran por hora, no es trivial entre abogados. Les gustan grandes, pesados, vistosos. Dorados, plateados. En cualquier foto de sociedad o formal se destacan. Rolex es el prototipo. IWC y Panerai son dos marcas para ir vitrineando. En el extremo de lo que jamás usar, está un Toywatch rojo.

8. La barba

Está permitida y tiene su código. Aquí no hay descuido y mucho menos improvisación. Con el instrumental necesario, mantener su largo a un máximo de tres días. Siempre pareja, siempre limpia. ¿Ejemplos? En el extremo más perfecto, Arturo Alessandri Cohn. En el extremo más desordenado, los boys (y aquí sí que no hay absolutamente ninguna chica) de Vergara, Labarca y Cía. Arturo Vergara es el prototipo de look chascón permitido. Más que eso, impensable.

9. Cuatro ruedas

Caminata y Metro son la forma de moverse. Ya sea dentro del barrio, para ir de la casa a la oficina o, cuando lo amerita, desplazarse hacia el centro. Para un abogado –y ciertamente sus clientes– la máxima de que “el tiempo es oro” corre, así que todo lo que pueda ser sinónimo de atochamiento lo evitan. La bicicleta para los que están más comprometidos con la onda eco se ve mínimamente pero, definitivamente, no va. Auto hay que tener igual. En el grupo de los que quieren una marca buena pero que no destaque más de la cuenta, la elección está entre Audi y Lexus. En los más jóvenes, en los que la austeridad dejó de ser el valor más preciado, la lista corta es con Porsche, Jaguar y Aston Martin, que –cada vez más– son las marcas.

10. Los premios valen

No existe abogado-socio que declare a viva voz que los reconocimientos internacionales le quitan el sueño: que no valen tanto, que en nada alteran el trabajo de la oficina e, incluso, que nunca son del todo imparciales son parte de sus descargos. Una vez más, lo que se dice en los pasillos, en el ascensor o en el comedor del estudio es una cosa. La realidad, otra. Basta hacer click en cualquiera de los top 25 y ahí está, en el primer pantallazo, el listado de premios. ¿Marketing, gancho para futuros clientes, seguridad para los que ya tienen? Puede ser. La cosa es que importan. Chambers, Who’sWho Legal, IFLR y Latin Lawyer son donde hoy todos quieren estar.



Fuente: Capital

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