Para marzo, como mínimo, ha quedado la resolución  legislativa de las reformas a la Ley de Pesca y Acuicultura, en un  proceso que se ha prolongado por meses y que tiene al sector y a las  regiones envueltas sometidas al lastre de la incertidumbre. Por Roberto  Sapag.
 La declaración es elocuente: “hemos avanzado en los estudios de las  inversiones (pero) la ejecución la hemos postergado. Son alrededor de 40  millones de dólares que tenemos que invertir en reconversión  tecnológica (...) Para hacer eso se requiere financiamiento y éste llega  cuando hay mayor seguridad. Mientras exista esta situación de  incertidumbre respecto de los cambios va a ser muy difícil obtener  recursos”. 
 El presidente de AquaChile, la mayor empresa productora de salmones del  país, graficó de este modo el estatus en que se encuentran su empresa y  muy probablemente varias más de esta industria, debido al retraso que ha  sufrido durante meses la tramitación de los cambios a la Ley de Pesca y  Acuicultura, la cual, con el último rechazo de que fuera objeto, como  dijo a fines de enero el diputado Carlos Recondo, se aplaza al menos  hasta el mes de marzo, quedando su suerte entregada a una comisión mixta  en el Congreso. 
 Y aunque está fuera discusión que es mejor lograr una “buena ley” en el  tiempo que sea necesario en vez de una mala ley oportunamente aprobada,  lo cierto es que este conjunto de modificaciones lleva ya muchos meses  en discusión y que, pese que se le ha dado urgencia en forma decidida,  siempre encuentra un nuevo escollo en el Parlamento que retrasa su  aprobación. 
 El  punto que últimamente ha entrabado la discusión tiene que ver con la  pretensión de un grupo de diputados de sancionar con la caducidad de las  concesiones a quienes sean condenados tres veces en tres años por  prácticas antisindicales o infracciones a los derechos laborales. El  tema había sido ampliamente discutido durante 2009, arribándose en el  Senado a un acuerdo que ahora, a juicio de los diputados, fija un marco  laxo para las empresas del sector.
El  punto que últimamente ha entrabado la discusión tiene que ver con la  pretensión de un grupo de diputados de sancionar con la caducidad de las  concesiones a quienes sean condenados tres veces en tres años por  prácticas antisindicales o infracciones a los derechos laborales. El  tema había sido ampliamente discutido durante 2009, arribándose en el  Senado a un acuerdo que ahora, a juicio de los diputados, fija un marco  laxo para las empresas del sector.  En efecto, en la cámara alta se mantuvo la idea de sancionar a los  titulares de concesiones por infracciones laborales, pero se definieron  condiciones para evitar introducir excesiva incertidumbre en el sector.  Entre otras cosas, se acordó que las infracciones laborales a considerar  para una caducidad de concesiones se produjeran en ciclos productivos  consecutivos y que, en ese caso, hubiera atenuantes, como el antecedente  de una irreprochable conducta anterior. A juicio de los diputados,  dichos cambios y otros considerados hacían de la norma “letra muerta”. 
 De este modo se ha dilatado el trámite de un marco legal que ya a  mediados del año pasado urgía, cuando estaban en pleno desarrollo las  negociaciones que las empresas salmoneras sostenían con los bancos para  reprogramar sus multimillonarias obligaciones con el sistema financiero.  Finalmente las compañías y los bancos no pudieron seguir postergando  las tratativas y zanjaron el asunto con pactos que internalizaron la  ausencia de esa información. 
 Hoy, ocho meses más tarde, el escenario no ha cambiado y, por lo mismo,  cuesta encontrar razones que justifiquen que este marco legal siga en  suspenso. Si bien el rol de los parlamentarios es legislar con la vista  puesta en el largo plazo, pareciera que esa filosofía se ha extremado al  punto de dar la espalda a las razones que llevaron al gobierno a usar  en esta ley el sistema de urgencias legislativas. A ello hay que sumar  que en este tema también se ha llegado a una situación de urgencia  práctica que, para muchos, ya no se puede soslayar. 
El cuadro es el que sigue: las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas acaban de confirmar que la X Región de Los Lagos cerró el año 2009 con una caída en su índice de actividad regional de 15,7%, situándose por lejos como la peor a lo largo de Chile; los índices de empleo no hacen sino corroborar esta situación, con el agravante de que ya se habla en el sector de nuevas olas de despidos, que si bien en parte pueden deberse a situaciones cíclicas, no hacen más que agravar el cuadro social en esa golpeada región.
| Cada día que pasa juega en  contra de una industria cuyos menores envíos al exterior han sido  sustituidos fuertemente por la competencia. Sólo en Estados Unidos un  57% de las menores ventas han diso copadas por los noruegos | 
Se suma a ello que mientras más se demore la reactivación de la  industria, más cuesta arriba se pondrá la tarea de recuperar el terreno  perdido. Un reciente informe sectorial consignó que el segundo mercado  de destino más relevante para el salmón chileno, Estados Unidos, está  siendo crecientemente conquistado por la oferta noruega. Las cifras son  categóricas: un 57% de los menores envíos chilenos a ese mercado han  sido reemplazados por salmón escandinavo. 
 Lo anterior se ha dado en un entorno de precios al alza por la falta de  producción chilena, la cual no hará sino seguir agravándose durante este  año. Si en 2009 la producción ya exhibía caídas cercanas al 75%, para  este año se proyecta una disminución adicional de 40% en el salmón  atlántico, producto de las cosechas anticipadas y las menores siembras.  Ello sólo el año pasado, hizo que los precios subieran más de 20%, como  consignó recientemente el Financial Times. 
 Si bien, como han dicho ejecutivos del sector, esta ecuación no hace  sino confirmar que el producto chileno es valorado, mientras más nos  demoremos en despejar las incógnitas que penden sobre este sector más  difícil resultará para la industria recuperar sus posiciones  comerciales. Sí, porque la reconquista de los mercados que espera a las  empresas salmoneras de Chile tendrá que hacerse en un entorno productivo  más exigente, con competidores que no han perdido el tiempo y en un  mundo que crecientemente exigirá mayores estándares ambientales, donde  la huella de carbono es sólo un botón de muestra.
Fuente: Capital.cl