"Dictar-en-lugar-de-escribir-coma-y-que-funcione-punto". Así, con un micrófono, es como deberíamos hablar al ordenador. Alto, claro, sin comernos sonidos y especificando cada signo de puntuación. Algo más despacio que en una conversación normal, pero más rápido que golpeando las teclas.
Tras años de ostracismo, las aplicaciones de reconocimiento y transcripción de voz quieren asaltar de una vez el mercado de masas. Nuevos programas, versiones y funcionalidades con exactitud casi perfecta las avalan; pero, ¿estamos preparados para hablar a las máquinas?
La respuesta es una incógnita. Los entusiastas de las nuevas interfaces lo ven claro. Desde compañías especializadas como Nuance y Vlingo a gigantes como Microsoft. Bill Gates, poco antes de retirarse, vaticinó la desaparición del teclado y el ratón. Según él, la interacción natural, basada en sonidos, tacto y visión, acabará imponiéndose. Será cuestión de tiempo.
Sin embargo, pocos han utilizado las capacidades de identificación de voz incorporadas de serie en Windows Vista. Muchos ni saben que existen. Son los escépticos. Los que teclean a la velocidad del rayo o simplemente no confían en la efectividad del software. El problema es que todavía son mayoría los que piensan así.
De momento, la voz triunfa en campos minoritarios: en hospitales y despachos de abogados para automatizar la redacción de informes médicos y legales, en seguridad, biometría y en la gestión de llamadas en centros de contactos.
La consultora Opus Research calcula que en 2011 el mercado mundial de aplicaciones de voz sobrepasará los 2.700 millones de dólares. Pero, ¿llegarán al gran público? ¿Dictaremos algún día e-mails al ordenador o SMS al móvil para ahorrarnos tiempo y dolor de pulgares?
El éxito de empresas como SpinVox hace pensar que sí. Fundada por la española Christina Domecq y el británico Daniel Doulton, permite dictar mensajes al móvil y enviarlos en formato de texto a otro terminal, a una dirección de e-mail, a un blog o al perfil de una red social.
En 18 meses, 10 millones de personas han probado el servicio en todo el mundo. "El reconocimiento de voz por sí solo no es suficiente", explica Doulton. "Es necesario añadir inteligencia artificial que comprenda el sentido de las frases al transcribir los mensajes. Ahí fallan muchas soluciones".
Pero el reconocimiento de voz ya se aplica con muy buenos resultados en la atención telefónica de los bancos y en organizaciones policiales. En esos campos destaca una empresa española, Agnitio, que con su tecnología consigue errores inferiores al 3% y, por tanto, sustituir sistemas de biometría.
Agnitio ha vendido su software a los cuerpos policiales de una veintena de países, en donde se registran voces de delincuentes y potenciales delincuentes.
"Una ventaja frente a la biometría de iris o de huellas es que no necesitas instalar equipamientos. Basta una línea telefónica fija o móvil para transmitir los datos", reconoce Emilio Martínez, director general de Agnitio.
Tras años de ostracismo, las aplicaciones de reconocimiento y transcripción de voz quieren asaltar de una vez el mercado de masas. Nuevos programas, versiones y funcionalidades con exactitud casi perfecta las avalan; pero, ¿estamos preparados para hablar a las máquinas?
La respuesta es una incógnita. Los entusiastas de las nuevas interfaces lo ven claro. Desde compañías especializadas como Nuance y Vlingo a gigantes como Microsoft. Bill Gates, poco antes de retirarse, vaticinó la desaparición del teclado y el ratón. Según él, la interacción natural, basada en sonidos, tacto y visión, acabará imponiéndose. Será cuestión de tiempo.
Sin embargo, pocos han utilizado las capacidades de identificación de voz incorporadas de serie en Windows Vista. Muchos ni saben que existen. Son los escépticos. Los que teclean a la velocidad del rayo o simplemente no confían en la efectividad del software. El problema es que todavía son mayoría los que piensan así.
De momento, la voz triunfa en campos minoritarios: en hospitales y despachos de abogados para automatizar la redacción de informes médicos y legales, en seguridad, biometría y en la gestión de llamadas en centros de contactos.
La consultora Opus Research calcula que en 2011 el mercado mundial de aplicaciones de voz sobrepasará los 2.700 millones de dólares. Pero, ¿llegarán al gran público? ¿Dictaremos algún día e-mails al ordenador o SMS al móvil para ahorrarnos tiempo y dolor de pulgares?
El éxito de empresas como SpinVox hace pensar que sí. Fundada por la española Christina Domecq y el británico Daniel Doulton, permite dictar mensajes al móvil y enviarlos en formato de texto a otro terminal, a una dirección de e-mail, a un blog o al perfil de una red social.
En 18 meses, 10 millones de personas han probado el servicio en todo el mundo. "El reconocimiento de voz por sí solo no es suficiente", explica Doulton. "Es necesario añadir inteligencia artificial que comprenda el sentido de las frases al transcribir los mensajes. Ahí fallan muchas soluciones".
Pero el reconocimiento de voz ya se aplica con muy buenos resultados en la atención telefónica de los bancos y en organizaciones policiales. En esos campos destaca una empresa española, Agnitio, que con su tecnología consigue errores inferiores al 3% y, por tanto, sustituir sistemas de biometría.
Agnitio ha vendido su software a los cuerpos policiales de una veintena de países, en donde se registran voces de delincuentes y potenciales delincuentes.
"Una ventaja frente a la biometría de iris o de huellas es que no necesitas instalar equipamientos. Basta una línea telefónica fija o móvil para transmitir los datos", reconoce Emilio Martínez, director general de Agnitio.