Si hace semanas el Financial Times hablaba sobre como Google, el buscador por excelencia de red, se ha convertido en una nueva herramienta para predecir el comportamiento de las acciones, imaginense el poderío que supone acceder a la información que maneja Bloomberg LP a través de los más de 315.000 suscriptores que hacen uso de sus terminales en todo el mundo.
Previo pago de 20.000 dólares al año, la compañía fundada por el afamado y multimillonario alcalde de Nueva York alimenta a la flor y nata de la sociedad financiera de todo tipo de información que sirva para generar dinero a través de cualquier tipo de inversión.
A día de hoy, todo inversor que se precie cuenta al menos con una de estas dobles pantallas para conocer de primera mano y en tiempo real qué ocurre en los mercados. Sin embargo, el conflicto de intereses llega cuando los cerca de 2.400 periodistas que trabajan para Bloomberg News han tenido acceso a información supuestamente confidencial de todos aquellos que poseen un terminal para ejercer su trabajo.
La conocida como "Función Z", permitía hasta no hace mucho que los reporteros de Bloomberg tuvieran acceso al número de teléfono, así como qué tipo de herramientas y uso daban a sus terminales empleados específicos de bancos de inversión y otras entidades como, por ejemplo, la Reserva Federal.
El pasado viernes, el New York Post destapaba la Caja de Pandora al afirmar que Goldman Sachs había presentado una queja formal a Bloomberg al tener sobradas pruebas que demostraban que los periodistas de la agencia habían tenido acceso a información de empleados del banco. Poco después, mucho empezaban a atar cabos, entre ellos JP Morgan, que también sacó los colores a la compañía, cuyos profesionales de información desvelaron la identidad de la "ballena londinense", Bruno Iksil, el trader que generó la descomunal pérdida de 6.200 millones de dólares al banco capitaneado por Jamie Dimon.
Ahora, según adelantan medios estadounidenses, las autoridades federales de EEUU, como la Comisión de Mercados y Valores de EEUU o la Reserva Federal, han comenzado a investigar lo ocurrido. Desde el Viejo Continente, el Banco Central Europeo (BCE) reconoció que también se suma a la lista de interesados en conocer de primera mano a qué tipo de información han tenido acceso los periodistas de Bloomberg y, sobre todo, si los hechos tienen algún tipo de repercusión legal.
En un comunicado, Daniel Doctoroff, consejero delegado de Bloomberg LP, reconocía el "error" de haber dado a sus periodistas acceso limitado a información de los clientes que utilizan sus terminales. Por su parte, Ty Trippet, afirmaba que, de momento, la entidad no ha recibido ninguna consulta formal por parte de los reguladores, aunque el editor jefe de Bloomberg, Matthew Winkler, dio la razón a sus clientes y tachó de "error inexcusable" el que los reporteros de la compañía tuvieran acceso a datos privados.
La controversia está servida
Como era de esperar varios clientes de Bloomberg pusieron el grito en el cielo. "Esto es patético", aseguraba Michael Cohn, estratega de Atlantis Asset Management a la CNBC mientras se preguntaba como la propia compañía había permitido este tipo de operaciones a sus periodistas.
Otras compañías similares, como Thompson Reuters, se apresuraron a emitir un comunicado donde dejaban claro que sus periodistas, por el contrario, no tenían acceso alguno a los datos de sus clientes y que existen "controles estrictos de seguridad". Sin embargo, en Wall Street, donde el anonimato es clave, muchos comparan este evento con el escándalo de las escuchas que vapuleó a la compañía News Corp en Reino Unido.
Fuente: El Economista