Aunque la política monetaria japonesa afecta sin duda a algunas empresas que compiten directamente en los mercados mundiales con empresas japonesas, hay dos razones para preocuparse menos de Alemania en general, una microeconomía y otra macroeconómica.
El argumento microeconómico es que el tipo de cambio entre el euro y el yen es menos importante de lo que parecería a primera vista, dada la distinta conducta inversora y teniendo en cuenta la diferencia en los segmentos de mercado a los que apuntan los fabricantes japoneses y alemanes.
El argumento macroeconómico es que una intervención sin precedentes de los bancos centrales internacionales para mejorar el consumo y la inversión vía la devaluación podría acabar beneficiando al mundo entero, Alemania incluida. Una avenida de transmisión positiva de la facilitación monetaria japonesa es la demanda adicional y el PIB creado, que puede aumentar las importaciones. Otra avenida es que los inversores japoneses se marchen a otra parte en busca de rendimiento, básicamente exportando la política monetaria fácil.