Hoy en día, las áreas de Recursos Humanos, también llamadas Talento Humano, Gestión Humana o Capital Humano, han adquirido una fuerza especial, abriéndose camino como áreas estratégicas para el negocio. ¿La razón? Son la ventaja competitiva más importante. Al no encontrar maneras de sobresalir en productos y servicios innovadores, la gente pasa a ser la clave.
Un nuevo humanismo nace en las actividades y propósitos de esta gestión, cuyo rol estratégico está en cabeza de cada uno de los líderes del negocio y no en el área misma, que pasa a ser de soporte y apoyo a través de los lineamientos que la empresa ha de seguir en esta materia.
En esta medida, todos los líderes tienen la responsabilidad por la elección, formación, mantenimiento, desarrollo, crecimiento y potencialización de las personas que están a su cargo.
Hablamos entonces de la alineación del talento humano con el negocio. Esto nace desde la misma planeación estratégica y se orienta hacia los procesos estratégicos, tácticos y operativos que consiguen los resultados con las personas.
Dentro de los procesos estratégicos, que generan cambios están: el desarrollo de modelos de competencias, el mantenimiento de perfiles con competencias actualizados y vigentes, la procura del mejoramiento del clima y la cultura organizacional, la responsabilidad social a través de programas orientados a Empresas Familiarmente Responsables (EFR), el permanente diseño organizacional para responder a los embates del entorno, la filosofía de liderazgo y coaching y los nuevos sistemas de compensaciones flexibles y variables que permitan un balance entre los esfuerzos de las empresas y la compensación de los resultados y la gestión de las personas.
Herramientas como la capacitación, siguen siendo un elemento importante para solventar temas que preocupan a los líderes hoy, tales como la guerra por el talento. Resulta frustrante la cacería de profesionales excepcionales de manos de la competencia, ávida de un recurso escaso, entrenado y listo para dar resultados.
¿Dónde quedan las largas inducciones y entrenamientos, los gastos en viajes, los recursos invertidos por solicitud de estas famosas cabecitas exigentes en su llegada a cada empresa, en busca de conseguir los resultados anhelados, pero inmensamente ambiciosos de crecimiento y de estatus y vulnerables al guiño del “te doy más” que le puede ofrecer nuestro “vecino”?
Debemos entonces pensar en los famosos “planes de retención” especie de beneficios, de salario emocional, que podrían lograr mantener a las “estrellas” en nuestra cancha.
Estos planes incluyen desde acciones, bonos, vivienda, pagos de estudios, vehículos, acciones de clubes sociales, etc., hasta flexibilidad en tiempo y lugar de trabajo, tiempo sabático, semanas de trabajo comprimidas, o el mero orgullo de llevar el carné de una reconocida empresa, etc.
El mundo de la competitividad se genera a través de nuestro capital humano y por ello debe ser objeto en todas las empresas de la mayor atención. Empresas que no tengan una orientación hacia su gente, que no procuren su formación, su desarrollo, su bienestar, la retención y el apoyo responsable, estarán en desventaja frente a un mundo de velocidad, cambio e incertidumbre que requiere de gente formada, autogestionada y educada para afrontar los más duros embates a los cuales nos vemos expuestos.
El ideal es contar con un área de Capital Humano que sea la aliada más cercana del negocio, contar con líderes con la sensibilidad y la conciencia de la importancia de la gente en la organización, que tengan relaciones amables, que generen desarrollo, crecimiento y aprendizaje en las personas que hacen parte de su cultura, que sean capaces de formar a otros líderes, que procuren conformar una sociedad mas sana, mas justa y mas equilibrada.