Análisis: El falseamiento del currículum: una costumbre demasiado extendida en España
El caso es chusco e irritante: el candidato a la presidencia del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno, ha embellecido su curriculum hasta desfigurarlo por completo para ocultar la inanidad de su formación académica.
Dos ilustres economistas españoles, expertos en partidos políticos, Jesús Fernández-Villaverde y Luis Garicano, profesor de Economía en la Univesidad de Pennsylvania el primero y catedrático de Economía en la London School Economics el segundo, han escrito un artículo demoledor sobre esta aberrante mixtificación que el PP no debería tolerar, por decencia y por reprobar de forma fehaciente la mentira como arma política.
El artículo, que no tiene desperdicio, desvela las marrullerías deslizadas en su biografía por el individuo en cuestión, que ha alcanzado nada menos que una secretaría de Estado, y que se retrata completamente con esta mixtificación sobre su persona.
La pregunta es obvia: si este ciudadano miente tan descaradamente en una cuestión al fin y al cabo secundaria, en la que tiene un interés concreto, ¿cómo podremos confiar en él en el futuro?
Recientemente, Pilar Rahola tuvo que rectificar su curriculum en catalán, en el que se atribuía dos imaginarios doctorados, y el doctorado honoris causa de que ha alardeado "por la universidad de Chile" tampoco es real: es por la UNIACC, un pequeño centro privado no avalado por la Comisión Nacional de Acreditación chilena. También Elena Valenciano ha tenido problemas con su curriculum en la web del Parlamento Europeo, en el que asomaron dos inciertas licenciaturas, en Derecho y Políticas, que no tiene en realidad.
Hay muchos más casos en la breve historia de la democracia española: Eva Almunia, secretaria de Estado de Educación y número dos del ministerio en tiempos de Ángel Gabilondo, falseó presuntamente durante años su currículum académico, haciendo constar que era diplomada en Magisterio cuando, en realidad, jamás acabó esos estudios.
En las grandes democracias europeas, un fallo de estas características sólo se puede saldar mediante una dimisión irremediable y el ostracismo político de por vida. Los periódicos están llenos de ejemplos. Aquí, en cambio, los políticos no quieren siquiera tomar en cuenta estas mixtificaciones.
En el caso de Juan Manuel Moreno, sus conmilitones se disponen a entronizarle como presidente del PP de Andalucía. Es difícil de aceptar pacíficamente un disparate de tanta envergadura porque tal gesto constituye una afrenta para todos los andaluces, que no tienen por qué soportar a un personaje mendaz en una tarea de tan evidente responsabilidad.