¿Se repetirá la crisis de los tigres asiáticos de 1997? Surge el temor a una nueva caída
El exceso de crédito en Estados Unidos se acerca a su fin. Y
desde que a mediados de junio la Reserva Federal dejó entrever una
retirada progresiva de su plan de estímulo monetario antes de que acabe
el año, las divisas de países como la India, Tailandia o Indonesia se
están desplomando. El temor a un resurgimiento de la caída del mercado
en 1997 está en el horizonte, señala Der Spiegel.
La rupia india ha alcanzado hoy un nuevo mínimo histórico frente a la divisa estadounidense con una cotización de 65,71 rupias por dólar, lo que supone una devaluación del 15 % desde mediados de mayo.
Los funcionarios de aduanas indios tienen mucho más trabajo
de lo normal estos días en su intento por detener la importación ilegal
de oro. Pero su batalla es frustrante. Los pandilleros pagan a los
traficantes hasta 50.000 rupias, alrededor de 560 euros por traer oro,
por ejemplo de Dubai, explica el semanario alemán.
Los indios están obsesionados con el oro en este momento.
Como el valor de la rupia ha caído tanto muchos recurren a los activos
tangibles. El Gobierno ha aumentado el impuesto a las importaciones de
oro como una forma de apuntalar la moneda del país, pero esto solo ha
provocado una mayor huida de los inversores cautelosos.
Hace apenas diez días, la divisa nacional india y la Bolsa de Bombay sufrieron caídas históricas
que dispararon la preocupación en el gigante asiático, incapaz de
reconducir el camino de su renqueante economía pese a las continuas
medidas políticas.
El Gobierno indio y el Banco de la Reserva (central) han
anunciado recientemente un paquete de medidas para contener la caída,
entre las que figuran restricciones y aranceles a la importación de oro,
imposición de derechos de aduana sobre los televisores de pantalla
plana y restricciones a las inversiones de ciudadanos indios en el
exterior. Pero poco a servido para contener las pérdidas.
Der Spiegel piensa que hay dos razones principales que explican el crash que vive la divisa.
La primera es que los inversores han perdido la fe en el milagro
económico de la India y en sus políticos. El crecimiento se ha reducido
casi a la mitad, la balanza comercial cada vez arroja datos más
negativos, los precios de las acciones están prácticamente en caída
libre y la inflación profundiza la brecha entre ricos y pobres.
La segunda razón, sin embargo, es algo sobre lo que las
autoridades de Nueva Delhi tienen poco control: la llegada del fin de
los estímulos monetarios en Estados Unidos. Gran parte del dinero que la
Reserva Federal ha lanzado al mercado como una forma de estimular la
economía ha hecho con el tiempo su camino a la India o a otros mercados
emergentes, y ha hecho subir los valores de propiedad y precios de las
acciones.
Los fondos de inversión extranjera han reducido su
participación en la economías emergentes de la región, en medio del
miedo a que la Fed adelante la retirada de los estímulos, según los
analistas.
Los analistas se muestran muy pesimistas ante la efectividad
de las iniciativas impulsadas desde el Gobierno y creen que el país
asiático -con pocas reservas de divisa extranjera y un alto déficit por
cuenta corriente- se halla en una situación vulnerable que podría
afectar mucho al crecimiento económico.
Tras la década más próspera de su historia en cuanto a
rendimiento del PIB -con subidas cercanas a los dos dígitos- la India
sufrió en los dos últimos años fiscales una notable desaceleración.
Atrapados entre dos gigantes
China
creció un 7,6% durante el primer semestre del año, su tasa más baja en
trece años. Como la economía china lucha por estabilizar su economía,
sus importaciones de materias primas de otros países de
industrialización reciente se reducen también, lo que significa que los
vecinos del sudeste asiático de China, en particular, están sufriendo en
dos frentes. Indonesia, Malasia y Tailandia están ahora no sólo
exportando menos a China, sino que también se ven obligados a esperar y
ver cómo los inversores huyen en masa de la rupia indonesia, el ringgit
de Malasia y el baht tailandés.
Todo esta situación trae algunos recuerdos desagradables, apunta Der Spiegel.
En estas llamadas "economías tigres", tras un período de crecimiento
artificialmente inflado, se desencadenó la crisis financiera asiática de
1997. Esa debacle comenzó en Tailandia, donde la nueva clase media rica
construyó rascacielos y mansiones y compró coches de lujo, todo a
crédito. Cuando esta burbuja se hizo evidente, los hedge funds en
Londres y Nueva York comenzaron a especular sobre un accidente del baht.
En esta ocasión, los países recientemente industrializados
están mejor armados contra la fuga de capitales. Después de haber
aprendido la lección de la crisis financiera de Asia, han aumentado sus
reservas en moneda extranjera y parcialmente reformado sus sectores
bancarios. Aún más importante, sus monedas ya no están vinculadas al
dólar.
Aún así, los países en desarrollo se encuentran en una
situación difícil. En caso de ser necesario frenar la fuga de capitales,
tendrían que subir las tasas de interés considerablemente, pero al
hacerlo podría provocar que la economía del país se pare.
El economista indio Jayati Ghosh advierte que esto daría
lugar a disturbios sociales. Los gobiernos de India e Indonesia son
particularmente recelosos de causar ese tipo de escenario de pesadilla:
tienen elecciones en el próximo año, concluye Der Spiegel.